La Nota «La»,que no sabía que brillaba.

Un cuento para leer a niñas y niños de 4 a 8 años, sobre una nota con baja autoestima que vivirá una aventura increíble para reparar el compás.

En lo alto de una partitura, justo encima de un compás 4/4 y a la izquierda de un signo de repetición un poco gruñón, vivía La.

Sí, sí: la nota La.

La no era una nota desafinada, ni una nota floja, ni una nota con sombrero de copa (aunque eso habría estado chulísimo). No. La era una nota perfectamente normal.

Y ahí estaba el problema.

—¿Para qué sirvo yo? —suspiraba La mientras se balanceaba sobre su línea del pentagrama—. Ni soy tan aguda como Mi, ni tan grave como Do… soy solo… La. Como un bostezo sin ganas.

Las demás notas, que vivían por ahí cerca (salvo Fa, que siempre llegaba tarde), se quedaban preocupadas cuando oían esos suspiros.

—¡Pero si eres maravillosa! —decía Re, que tenía alma de cheerleader.

—¡Sin ti no podríamos cantar “La cucaracha”! —decía Sol, que coleccionaba canciones espantosas.

Pero La solo se encogía y decía:

—Bah. Seguro que si yo no estuviera, nadie lo notaría. Total, las canciones tienen muchas otras notas…

Y entonces, una mañana, ocurrió algo inusual.

Mientras todas las notas practicaban su armonía, el pentagrama se tambaleó.

—¡AAAAHH! —gritó Si, que siempre exageraba un poco.

—¡Se ha roto el compás! —gritó Do, señalando con su redonda cabecita la esquina inferior izquierda, donde el compás 3/4 yacía… ¡¡desmayado!!

—¿Cómo se desmaya un compás? —preguntó Fa, que acababa de llegar.

—¡Da igual! ¡Sin compás, nadie puede tocar música! —dijo Sol, dramáticamente.

Entonces apareció el Gran Clave de Sol, un personaje con bigote en espiral y túnica de semifusa, que hablaba en clave (musical, claro):

—Notas del pentagrama… ¡debo enviaros a una misión! Solo si todas trabajáis juntas podréis reparar el compás y salvar la música.

—¿Todas? —preguntó La, arrugándose un poco.

Todas. Incluso tú, La —dijo el Gran Clave de Sol, guiñando un ojo.

Y así empezó la aventura.

Las notas se pusieron en marcha. Era como una orquesta de exploradoras, pero con más saltos y menos merienda.

Primero, tuvieron que cruzar el Valle del Silencio, donde las notas no podían sonar. (Fa tuvo que tragarse un solo de trompeta.)

—¿Quién trae la melodía suave para que podamos cruzar sin despertar al metrónomo dormido? —susurró Re.

La… tú podrías hacerlo —dijo Mi, empujándola suavemente.

La tragó saliva (bueno, figuradamente, pero ya entiendes la idea) y emitió un suave “Laaa”, como si acariciara una nube con la voz.

El metrónomo ni se inmutó. ¡Pasaron ilesas!

—¡Eso fue precioso! —susurró Do.

—Fue… útil —dijo La, sonriendo por primera vez.

Después, llegaron al Bosque de las Semicorcheas, donde todo iba cuatro veces más rápido de lo normal.

—¡Rápido, chicas! ¡Salten en ritmo o quedaremos atrapadas en bucle! —gritó Si, que esta vez sí tenía razón.

Cada nota iba saltando: Do, Re, Mi, Fa, Sol, Si… y cuando llegó el turno de La, lo hizo en el momento exacto, equilibrando el tiempo para que todas cayeran juntas al otro lado.

—¡Eso fue un La-tigazo de precisión! —bromeó Sol, y todas se rieron. Hasta La.

—Quizá… quizá sí sirvo para algo —dijo en voz bajita.

Por último, llegaron al Templo del Compás Caído, donde el compás estaba triste y desordenado.

—Me rompí… y ahora nada suena bien —dijo con voz de flauta desafinada.

—No te preocupes —dijo Mi—. ¡Haremos una melodía para animarte!

—Pero tiene que estar completa… —añadió Do—. ¡Cada nota tiene que decir lo suyo!

—¿Incluso yo? —preguntó La, aún dudando.

—Sobre todo tú —dijeron todas.

Así que las notas se colocaron en línea y, una por una, empezaron a sonar.

Do.
Re.
Mi.
Fa.
Sol.
La.
Si.

La cerró los ojos y cantó su parte con todo el corazón.

Y entonces… ¡el compás se recompuso! ¡Se iluminó! ¡Brilló con todas sus barras y tiempos como en sus mejores conciertos!

—¡Lo conseguimos! —gritaron todas.

—Gracias a ti, La —dijo el compás, ya firme y recuperado.

De regreso en la partitura, La flotaba con orgullo.

—¿Sabes qué? —dijo—. No quiero ser otra nota. Ni más aguda, ni más grave. Quiero ser yo. La.

—Nos alegramos —dijo Do—. Porque sin ti, nada suena igual.

—Y además, tu nombre es la mitad de “La la la”, que es el sonido universal de la felicidad —añadió Fa.

Desde entonces, La dejó de mirar hacia abajo cada vez que le tocaba sonar. En lugar de eso, brillaba. No como un foco de escenario, sino como algo que sabía que tenía un lugar.

Y ahora, cada vez que oigas una canción y escuches ese “laaaaa” suave, alegre o poderoso, sabrás que es ella. La nota que creyó no brillar y acabó sosteniendo la melodía.

Fin.

🌟 Ideas y herramientas para trabajar este cuento con tus pequeñ@s libronautas

🎵 1. Preguntas para hacer a tus peques, para fomentar la comprensión, el pensamiento crítico y vuestro vínculo

  • ¿Por qué crees que La pensaba que no era importante? ¿Alguna vez te has sentido así? ¿Qué te ayudó a sentirte mejor?
  • ¿Qué pasó cuando todas las notas colaboraron? ¿Qué crees que habría pasado si La no hubiera participado?
  • ¿Qué es lo que más te gustó de La? ¿Crees que tener dudas a veces puede ayudarnos a descubrir lo valientes que somos?

Estas preguntas no solo refuerzan la comprensión lectora, sino que también ayudan a identificar emociones, fomentar la autoestima y fortalecer el vínculo entre quien lee y quien escucha.


📚 2. ¿Qué hemos trabajado? Resumen pedagógico del cuento

Este cuento musical es una herramienta para trabajar con niñas y niños de entre 4 y 8 años aspectos fundamentales del desarrollo emocional y la educación artística. A través del viaje de la nota La, se abordan temas como:

  • La autoestima y el valor propio: La aprende que no necesita compararse con las demás notas para saber que es importante.
  • El trabajo en equipo: El cuento muestra cómo cada integrante del grupo tiene un papel esencial, incluso cuando no lo parece al principio.
  • El poder de la música como lenguaje emocional: Las notas no solo hablan, sino que sienten y transmiten emociones, lo que ayuda a introducir conceptos musicales de forma afectiva.
  • La diversidad dentro de la armonía: Cada nota tiene una personalidad y características distintas, y juntas logran algo maravilloso. Es una metáfora perfecta para hablar de inclusión y respeto.

Este cuento también puede ser una excelente introducción a la educación musical en infantil y primaria, usando el juego narrativo para familiarizarse con las notas y conceptos como el compás, el silencio o el ritmo.


🔍 3. Datos científicos y curiosidades musicales

  • ¿Sabías que las notas musicales tienen nombres diferentes en algunos países? En inglés, por ejemplo, las notas se llaman A, B, C, D, E, F y G. La nota La es la «A».
  • La nota La es una referencia universal para afinar instrumentos: En muchos países, la orquesta se afina con la nota La del oboe, normalmente a una frecuencia de 440 Hz.
  • El compás 4/4 es el más usado en la música moderna: También se llama «compás común» porque aparece en la mayoría de las canciones que escuchamos cada día.
  • Los silencios también son música: El Valle del Silencio que aparece en el cuento representa los silencios musicales, que son tan importantes como las notas para que la música tenga sentido y emoción.

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