Dulce y la revolución zumbante de la colmena

Dulce era una abeja normal. Lo que en idioma abeja significa:
· Trabajar si parar, dormir poco y vivir bajo el reinado eterno, absoluto y bastante mandón de Su Majestad la Reina Marga I de las Mieles Doradas.

Pero Dulce… Dulce tenía ideas. Ideas peligrosas. Ideas como:

— ¿Y si el turno de noche lo rotamos?
— ¿Y si dejamos que las abejas artistas decoren los paneles?
— ¿Y si no tuviera que trabajar veinte horas diarias pegando hexágonos?

Una mañana, mientras recolectaba néctar de una flor, Dulce decidió que ya estaba bien.

— Basta de ¡zumba y calla! —dijo, plantándose frente al panal como una pequeña heroína con rayas.

Y así, con una flor en el ala y un zum-zum revolucionario, fundó el primer partido político de la historia abeja:

EL PARTIDO ZUMBA LIBRE

— Queremos votaciones, meriendas comunitarias y días libres para jugar —gritó Dulce, subida a una cucharilla de miel como si fuera un escenario.

A las demás abejas les pareció una idea tan loca que… les encantó.

— ¿Votar? ¿Elegir? ¿Poner nuestra cara en panfletos? ¡ZUM! ¡Sí!

Y entonces ocurrió algo inesperado: otras abejas presentaron sus distinatas propuestas, y otross partidos aparecieron.

El PANAL SEGURO
Fundado por Berta Abejota, una abeja seria con gafas que decía cosas como “disciplina, deber y doble control de calidad”. Prometía orden y estabilidad (también polen gratis, lo cual ayudó).

LAS ABEJAS PRIMERO
Fundado por Tristán Cortatallos, una abeja fuertota que decía: “¡Miel para las abejas de aquí, no para los abejorros turistas!”. Tenía seguidores algo gritones y muchos carteles con su cara poniendo morritos.

ZUMBA LIBRE
El partido de Dulce, que prometía sol, flores abiertas hasta tarde, cultura y teatro, democracia, menos jefas gritonas y más organización en equipo.

La Reina Marga I no estaba nada contenta.

— ¿¡Elecciones!? ¡¿Democracia!? ¡Yo tengo corona! ¡Tengo el trono de cera real! ¡Y el abanico dorado con forma de flor!

— ¿Y nosotras tenemos qué? ¿Ordenes y dolor de alas? —respondió Dulce.

Las abejas estaban divididas, pero emocionadas.

Hubo debates en el Panal Central, con abejas lanzando preguntas como:

— ¿Qué opinan sobre la recogida de néctar en domingo?
— ¿Es verdad que el polen de Tilo relaja?
— ¿Por qué los abejorros de la zona alta de la colmena nunca pagan impuestos?

El día de las elecciones, la colmena estaba patas arriba (o mejor dicho, hexágonos arriba).

— ¡Que nadie se quede sin votar! —gritaba una abeja con chaleco reflectante.
— ¡Aquí no se puede hacer propaganda con miel! —gritaba otra.

Las urnas estaban hechas de panal de abeja reciclado. Las papeletas eran pétalos firmados. Y los resultados… fueron inesperados:

🥇 Ganador: PANAL SEGURO (por solo 18 votos más que ZUMBA LIBRE).
🥈 Segundo puesto: ZUMBA LIBRE (con flores y abrazos)
🥉 Último puesto: ABEJAS PRIMERO (mucho ruido, poca cera).

Dulce se quedó un poco chafada.

— No hemos ganado —susurró, mirando cómo Berta Abejota subía al escenario con una carpeta de planes y sonrisa de contable.

Pero entonces, algo increíble pasó:
Berta la seria propuso un Consejo Colmenero, con representantes de los tres partidos.

— Si vamos a ser una democracia, que lo seamos de verdad —dijo, ajustándose las gafas.

— ¿Incluyéndome? —preguntó Dulce, con el ala temblando.

— Especialmente a ti. Vas a encargarte de cultura, jardinería y obras públicas.

Y así, la colmena se transformó.

Se acabaron los zumbidos obligatorios.
Las abejas podían opinar, proponer y —muy importante— descansar.
Se crearon nuevas leyes, como la de “Derecho al Pétalo Propio”,

La Reina Marga se retiró con dignidad (y una pensión vitalicia de miel premium), y Dulce siguió zumbando… pero ahora, con una sonrisa y una urna.

La abeja que una vez se atrevió a decir “no” al poder, ahora decía “sí” a muchas cosas. Sobre todo a escuchar, a debatir, y a que cada abeja tuviera voz. Incluso las pequeñas.

Especialmente las pequeñas.

FIN.