Un cuento infantil sobre un ratón con un sueño (y muchos dientes).
Había una vez, en un agujero muy cómodo bajo el suelo de una granja, un ratón llamado Pipper. No era un ratón cualquiera, no señor. Nuestro pequeño protagonista tenía un sueño muy, pero que muy grande: ¡quería conocer al Ratoncito Pérez y ser su aprendiz! ¿Por qué? Porque a Pipper le emocionaba, entusiasmaba y flipaba, pero de verdad de la buena, coleccionar dientes.
Una mañana, con un sol brillando sin mucho entusiasmo y las hojas crujientes bajo sus patitas, Pipper decidió que el momento de actuar había llegado. Ya no podía esperar más. Así que se puso su chaleco azul (porque un ratón con chaleco es más elegante, ¿verdad?) y salió disparado a buscar a Ratoncito Pérez.
El primer lugar en el que pensó fue la granja de los Gutierrez, que quedaba a un paseo largo de allí. “Seguro que algún ratón del granero sabe algo”, se dijo a sí mismo. No le costo más de diez minutos llegar hasta la granja. La primera madriguera que encontró, era la de su buena vecina y amiga Rosita, que lucía unas orejas resplandecientes y siempre dispuestas a oír una buena historia.
—¡Rosita, Rosita!— llamó Pipper mientras saltaba de emoción—. ¡He decidido ir a por mi gran sueño! ¡Quiero conocer al Ratoncito Pérez y ser su aprendiz! ¿Sabes dónde vive?”
Rosita se ajustó las gafas (porque a veces los ratones también usamos gafas, ¿por qué no?) y le miró muy seria.
—Bueno, Pipper, yo escuché una vez que el Ratoncito Pérez vive en el país de los sueños, pero nadie sabe cómo llegar. Es un lugar secreto.
Pipper se rascó la cabeza. —¡Mmm! ¿El país de los sueños?—. ¡Eso suena un poco raro, pero nada me va a parar!
Entonces, decidió ir a preguntar al sabio búho Don Tomás, que siempre sabía de todo, y sino lo sabia, tal vez se lo inventaba, pero lo hacia muy bien. Don Tomás vivía en un árbol muy, muy alto, y Pipper, tuvo que hacer un gran esfuerzo, agitando los brazos, para llamar su atención.
—¡Don Tomás! ¡Don Tomás!—gritó desde abajo.
El búho abrió un ojo y, con voz grave, preguntó:
—¿Qué pasa, Pipper? ¿Por qué tan ruidoso a esta hora de la mañana?
—Don Tomás, quiero ser el aprendiz del Ratoncito Pérez, pero no sé cómo encontrarlo. ¿Sabes dónde vive?
El búho parpadeó y se rió, pero de una forma tan profunda que se atragantó y casi se le caen las plumas.
—¡Jajajaja! Pipper, Pipper… el Ratoncito Pérez es un ratón muy especial. Solo aparece por la noche, cuando todos los niños y niñas duermen, porque recoge los dientes y deja sorpresas. Si quieres verlo, tendrás que esperar a la noche y ser muy sigiloso.
Pipper asintió con mucha seriedad.
—¡Entendido, Don Tomás! ¡Gracias!”
Esa noche, después de esperar pacientemente y practicar su sigilo (y fallar un montón, porque no podía dejar de hacer ruidos como ‘cric cric’ con sus bigotes), Pipper tuvo una corazonada y se metió en la casa de un niño que dormía profundamente. ¡Era su oportunidad!
Y de repente, lo vio. ¡El Ratoncito Pérez! ¡Era aún más pequeño y rápido de lo que Pipper imaginaba! El Ratoncito Pérez estaba recogiendo un diente de leche de debajo de la almohada y, al verlo, Pipper no pudo evitar saltar.
—¡Hola, Ratoncito Pérez! ¡Soy Pipper y quiero ser tu aprendiz! ¡Quiero coleccionar dientes como tú y ser querido por todos los niños y niñas! —gritó emocionado.
El Ratoncito Pérez se detuvo en seco, mirando a Pipper con los ojos bien abiertos.
—¿Coleccionar dientes? ¡Bueno, bueno, eso sí que es una pasión! Pero ser un buen coleccionista no es tan fácil. ¿Sabías que cada diente tiene su propia historia? ¿Que los niños y niñas cuidan de sus dientes con tanto amor que los dejan bajo la almohada?
Pipper asintió con la cabeza, totalmente convencido de que estaba tomando la decisión correcta.
—¡Sí! ¡Yo también quiero ser como tú! ¡Me encanta la idea de que los niños y niñas me quieran por ayudarles a cuidar sus dientes!
El Ratoncito Pérez pensó por un momento y sonrió.
—Está bien, Pipper, puedo darte una oportunidad. Pero tienes que probar tu valía. ¡Esta es una misión muy importante! ¿Estás listo para la prueba?
—¡Claro que sí! —exclamó Pipper, saltando de alegría.
El Ratoncito Pérez lo miró con una sonrisa.
—Entonces, aquí está tu prueba: ¿puedes conseguir un diente de leche sin hacer ruido, sin que el niño o la niña se despierte y sin que nadie te vea?
Pipper se quedó en silencio. ¡Eso sí que era un reto!
Durante los siguientes días, Pipper practicó sigilosamente. Cada noche, se deslizaba por las casas, recogiendo dientes con muchísimo cuidado. ¡Y lo hizo! En más de una ocasión se oyeron gritos, escobazos, una vez una mamá con mucha puntería le alcanzó con una zapatilla. Pero con el tiempo, práctica y constancia se convirtió en un experto y despues de unas semanas, podía recoger dientes incluso en las casas con gatos o en las casas con robots aspiradora y otras extrañas mascotas humanas.
Finalmente, el Ratoncito Pérez lo felicitó.
—¡Lo has logrado, Pipper! Eres el aprendiz más valiente y más sigiloso que he tenido. ¡Bienvenido al equipo!
Pipper saltó de felicidad. ¡Había conseguido su sueño! Desde entonces, tomó el apellido Perez, como su maestro y fue conocido como el ratón que traía alegría y sorpresas a todos los niños.
Y así, Pipper Perez se convirtió en el ratón más querido por todos, con una colección de dientes que brillaba más que las estrellas. ¡Y lo mejor de todo es que, además, nunca dejó de soñar con nuevas aventuras!
FIN.
🧠 Ideas y herramientas para trabajar este cuento con tus pequeñ@s libronautas
1. 🗨️ Preguntas para hacer a tus peques, para fomentar la comprensión, el pensamiento crítico y vuestro vínculo
- ¿Por qué crees que a Pipper le gustaban tanto los dientes?
Esta pregunta abre la puerta a hablar de las pasiones personales, de por qué nos gustan ciertas cosas y cómo se pueden convertir en sueños. - ¿Qué harías tú si tuvieras que pasar una prueba como la de Pipper?
Una forma divertida de reflexionar sobre el esfuerzo, el aprendizaje y cómo nos sentimos cuando tenemos que enfrentarnos a retos. - ¿Te gustaría ser ayudante del Ratoncito Pérez? ¿Por qué sí o por qué no?
Esta pregunta les permite ponerse en el lugar del protagonista y compartir sus ideas sobre la empatía, la imaginación y la generosidad.
2. 🎒 ¿Qué hemos trabajado? Resumen pedagógico del cuento
Este cuento es ideal para trabajar de forma lúdica y tierna muchos temas clave en la educación infantil:
- La importancia de tener sueños propios y perseguirlos: Pipper nos enseña que, aunque algo parezca difícil o misterioso, con entusiasmo y perseverancia se puede lograr.
- El valor del esfuerzo y la constancia: A través de sus entrenamientos fallidos (y cómicos), Pipper aprende que los errores son parte del camino.
- Empatía, imaginación y juego simbólico: El mundo del Ratoncito Pérez permite que los niños conecten con sus propias experiencias (como perder dientes) desde un ángulo fantástico.
- Educación para la higiene bucodental: De forma indirecta pero eficaz, el cuento promueve el cuidado de los dientes y el significado emocional que tiene para los peques dejar uno bajo la almohada.
3. 🔬 Datos científicos y curiosidades
- ¿Sabías que los niños y niñas suelen empezar a perder los dientes de leche entre los 5 y los 7 años?
El orden de caída suele comenzar por los incisivos inferiores, ¡como si supieran que son los más fáciles de alcanzar para un ratoncito sigiloso! - El Ratoncito Pérez tiene amigos en cada país: En Francia lo sustituye una pequeña hada de los dientes, en Italia se llama Topolino y en algunos países angloparlantes es el Tooth Fairy (hada de los dientes). ¡Cada cultura tiene su forma mágica de celebrar la caída de un diente!
- Los dientes contienen información sobre tu salud: Científicos han descubierto que los dientes pueden conservar rastros de vitaminas, metales pesados o enfermedades que tuviste de peque, como si fueran cápsulas del tiempo biológicas. ¡Casi mágicos de verdad!
- Los ratones tienen dientes que nunca dejan de crecer: Por eso roen constantemente, para desgastarlos. ¡Una razón más para que el Ratoncito Pérez tenga tanta afinidad con los dientes humanos!